Meca! Siempre pensamos en escribir en el blog, tener un rinconcito de relatos divertidos y confesiones entre bambalinas, pero nunca pensamos en que ésta sería nuestra primera entrada.
Y bien, no todo es tan guapo como se pinta, pero si, el 90% es guapo, pero guapo a rabiar. Por lo menos, es lo que se siente cuando el cuadro que pintas es tuyo y es un arte libre, de pintar cuando quieres, como quieres, y lo que quieres, sin explicaciones, y combinando los colores y formas a tu gusto y manera. Pero como en todos los cuadros, hay pinceladas negras, oscuras, y que ponen muchas veces, en desequilibrio la cromática elegida. Ese desequilibrio es el que nos mueve a seguir apostando, creando, y nos anima a pasos agigantados a creer más y más en ésta pequeña obra.
Pues como todo, tiene su parte de pinceladas grises. Cierto es que nos lo pasamos genial en cada cosa que hacemos, cada sitio que visitamos, cada actividad que probamos y cada cliente y/o grupo que acompañamos, cada evento que nos encargan o en cada experiencia diferente que se nos ocurre, y por las que apostamos al 200%. Nos encanta nuestro trabajo. Y los retos… los retos son flipantes. Eso si que nos encanta!
Pero también está la otra parte, el porcentaje más pequeño, ese 10% no tan bueno, y que más nos hace aprender. Esa parte llena de jarros de agua fría, de muchas horas sin dormir, en ocasiones noches enteras preparando actividades, fallos de proveedores, imprevistos de clientes que nos dejan plantadas en el último momento, y malos tragos que se acaban convirtiendo en buenas anécdotas… Realmente, merece la pena. Merece mucho la pena. Ya sabéis, unas veces se gana, y siempre se aprende. Emprender es aprender, tirarse a lo loco, a la piscina, y de cabeza. Es bajar una cuesta en bici, sin frenos, de espaldas y apostar a no caerse. Emprender no es una aventura, es «La Aventura». Aprendes a valorar todo un poco más, y lo mejor de todo, es que, tanto los cuadros, como el arte, siempre son y serán infinitos.
Foto: Carnaval Tenerife 2018. »No todo es como se pinta», y sino, que se lo digan a Eduard Stoica. Un artista de la calle que plasma con pinturas de madera hasta el mínimo detalle de sus obras esbozadas a lápiz. Un dibujo hecho a mano, dos semanas de trabajo, mucha constancia, color, y verdadero arte.